En la actualidad se ha puesto en tela de juicio la credibilidad de los medios noticiosos, un aspecto ineludible de la sociedad moderna; por ello la autentica función de un periodismo es aferrarse a la verdad de los hechos aunque existan presiones de cualquier índole que quieren someterlos al servicio de fines políticos, económicos al cual se debe resistir por un compromiso con la sociedad y su profesión misma; evitando caer así en verdades parciales que intoxican la libertad de información.
John Gordon, redactor jefe del “Daily Express” declaró en cierta ocasión ante una Comisión real británica: “El hecho brutal está ahí. Cada vez que vemos un artículo en la prensa concerniente a algo que conocemos, es más a menudo inexacto que verídico”. [1] Si uno de los promotores de la “gran prensa” era capaz de hacer tal confesión, no es extraño que encontremos afirmaciones aún más graves en personas ajenas a la prensa y, sobre todo, en quienes alguna vez se han sentido víctimas de su “falta de objetividad”.
Las múltiples investigaciones de científicos sociales y otros estudiosos de los medios de información, no obstante, nos han llevado a poder afirmar una serie de puntos en lo que respecta a esta profesión: primero, las noticias no constituyen un producto con definición objetiva, sino un fluido proceso humano que tiene como guía principal a las convenciones, útiles tanto para fines comerciales como para los de servicio público, segundo los medios noticiosos sirven a la logística y a las necesidades económicas de la organización noticiosa, y no tiene como impulso principal los ideales de servicio público. [2]
Se advierte del peligro por las desviaciones que están tomando quienes encarnan y son los voceros de la tan buscada y ansiada libertad de expresión. El derecho a la información y la libertad de expresión se resienten. Las garantías de una sociedad democrática y abierta, y de una ciudadanía crítica, es decir, racional, resultan mermadas cada vez que se comprueba la deformación de la realidad, la desinformación consecuente, la manipulación de las empresas mediáticas solo movidas por los intereses particulares. Y todo ello como consecuencia de posiciones periodísticas redentoras que, mas que buscar la verdad, van con la suya a buscar los hechos que la atestigüen.[3]
El trabajo de Aurora Labio señala que es evidentemente, las deficiencias que se han ido arrastrando a lo largo de todo este siglo se han acumulado como parte del malestar de un colectivo profesional cada vez más asentado. Si antiguamente los periodistas eran trabajadores poco organizados y con escasa preparación en la mayoría de los casos, en la actualidad se han convertido en un grupo profesional cada vez más cualificado (sólo hay que pensar que el título de licenciado se está convirtiendo en requisito indispensable para acceder al trabajo) y que se está haciendo eco de una serie de problemas a los que está buscando solución. En primer lugar, nos encontramos con la inexistencia de un marco legal para la profesión. Sólo la prensa periódica no diaria posee un convenio marco estatal.
Para el resto, prensa diaria, agencias, radio y televisión no hay ningún marco legal que ampare a sus trabajadores. En la mayoría de los casos, estos se rigen por convenios de empresas, lo que los dota de cierta arbitrariedad y deja a establecer diferentes categorías en la profesión.[4]
El mundo de los medios de comunicación está dominado por cuestiones que pueden ir más allá de la labor periodística. Los medios, la prensa, ya no es el cuarto poder, sino que se ha convertido en parte del primer poder al relacionarse íntimamente con cuestiones económicas y políticas. La presión económica puede venir marcada desde el momento que el medio pertenece a una estructura empresarial con unos interese determinados y que se plantea como negocio que debe producir unos beneficios; de esta forma, la publicidad y la situación financiera de la empresa marcarán la pauta de los trabajadores, y el periodista no se podrá quedar al margen.
De esta manera, el periodista se ve abocado a convertirse en una pieza más del engranaje que hace funcionar al sistema, con lo que su función como contrapoder pierde sentido. La trama económica y política domina la empresa periodística, actuando de forma separada y también de modo conjunto como único poder.Por ejemplo en Perú las denuncias por presiones políticas a los periodistas y atentados contra la libertad son frecuentes, el caso de los dos periodistas despedidos del diario El comercio por no apoyar a Fujimori es solo un muestra de cómo se intenta detener la verdadera labor del periodista[5]
Y es que en verdad, la falta de reflexión, la desvalorización de una investigación rigurosa, una agenda reconstruida y la búsqueda de una sensibilidad primaria forman parte hoy de la cotidianeidad profesional”[6]. En la radio entender esto es primordial ya que es un medio de mayor alcance y tiene el potencial que muchos otros medios no poseen así se proyecta en la publicación de Paco Velazco [7] donde se narra una experiencia radial en la caída de Mahuad, cuando fueron los únicos que lograron trasmitir en vivo a pesar de los restricciones.
Entrevista 1: periodista Mauricio Urpe
Entrevista 1: periodista Mauricio Urpe
Entrevista 2 : Comunicador Oscar Terrones
A manera de conclusión para intentar pasar de la crítica a las propuestas, a pie de lucha en defensa por la verdad donde medios de gran alcance como la radio debe apostar por un trabajo en periodismo ético, responsable consigo mismo y con los demás, propiciador de lectores críticos, conscientes de sus deberes y sus derechos y, por ello, un periodismo creador de ciudadanía.
[1] Vid. PINTO, Roger, La liberte d’opinion et d’information, Doma: Montchreatien, París 1995, 96.
[2] Lambeth, Un código de ética para la profesión, LIMUSA/Noriega Editores, 1ª Edición, México, 1992 San Trigo Ediciones, 1ª Edición, Madrid, 1996
[3] José Manuel Chillón Lorenzo(2009,). Crítica y objetividad. Estudios sobre el Mensaje Periodístico. pág. 157-173
[4] Aurora Labio. La profesión periodística ante los intereses de la estructura informativa http://grupo.us.es/grehcco/ambitos06/labio.pdf
[5] Ver caso en: http://www.elmundo.es/america/2011/04/22/noticias/1303426156.html
[6] MARTÍNEZ ROMERO, José Ramón: “Los Mass Media: ¿Un poder sin contrapoder?, en AA.VV.: Periodistas,hoy, Federación ndaluza de Asociaciones de Prensa, Sevilla, 2000, p. 40.
[7] Paco Luna. http://chasqui.comunica.org/velasco69.htm
[8] “LIBERTAD Y TIRANÍA MEDIÁTICAS”. El P. Williams es Decano de la Facultad de Teología y Profesor de Teología Moral y Doctrina Social de la Iglesia en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma.