A la Señora Pata le dio por empollar y todas sus amigas del corral estaban ansiosas de ver a sus patitos, que siempre eran los más guapos de todos.
El día más esperado llegó, fueron siete los huevos que puso la señora pata. ¡Qué hermosos! decían los que apreciaban ese majestuoso momento, pero ¡eyy! Faltaba uno, y no menos importante, hasta se podría decir que era el más esperado por ser el último en poner la señora pata.
salió de ese huevo un patito negro, feíto y medio cojito… las amigas de la señora pata se quedaron asustadas por lo que vieron y se fueron a sus corrales rápidamente.
Conforme pasaban los días los siete patos iban creciendo y el patito chiquito, negrito y feíto se sentía más solo porque su mamá pata y sus hermanitos lo dejaban de lado. A pesar de la actitud de ellos hacia él por su físico, tenía la esperanza de algún día disfrutar momentos maravillosos con su familia cerca de la laguna que los vio nacer.
El patito feo era cojito y uno de sus hermanos patitos se burlaba de él, de su color porque los seis patitos nacieron blanquitos y sobre todo se carcajeaba diariamente de su defecto físico, y le decía que los feos y cojos no deben nacer y que no saben hacer nada, ni siquiera bañarse en la laguna. Mientras eso decía el pato blanquito, el patito feo y negro sólo lo escuchaba detenidamente y le movía la cabeza denotándole que estaba equivocado.
Pasaban los días, de pronto mientras comían los patitos en el corral junto a la señora pata, el pato que se burlaba de su hermano se tropezó sobre una piedra filuda, y se quejó demasiado y lloró toda la noche de dolor. Tenía miedo quedarse coja al igual que su hermano, el patito feo, y tenía miedo de que ahora él se burle de su “desgracia”.
Sin embargo, el patito feo lo que hizo fue ayudarlo y motivarlo a que día a día haga diferentes actividades junto a sus demás hermanos y a la señora pata, como si no tuviera ningún defecto y todo siguiera normal, que no se estanque pensando en su físico, que eso es lo de menos (es algo superficial) , siempre y cuando tenga ganas, voluntad y perseverancia de salir adelante a pesar de los obstáculos de la vida.
Tuvo que sucederle ese accidente al patito blanquito para que se dé cuenta de que lo externo no es lo más importante en cualquier ser vivo. Lo que importa es el espíritu y las ganas de sobresalir ante las adversidades, y así lo logró con la ayuda incondicional de su gran hermano el patito “feo”, que resultó siendo el más hermoso de todos.
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