Erase una vez un anciano de barbas blancas y muy grandes, el era carpintero y tenía como mascota a un burro, este animal era maltratado por su amo, quien era una persona que renegaba mucho. Un día llego una señora a su carpintería y le pidió que le fabricara un muñeco hecho de madera de Pino, el anciano comenzó a trabajar sin descansar, pues era muy avaro, pasaban días y faltaba poco para terminar el muñeco.
Llego el día en que tenía que entregar al muñeco terminado, sin embargo la señora que lo encargo nunca llego, al parecer le habían jugado una trampa al anciano renegón.
Él que no dejaba de lado su carácter decidió quedarse con el muñeco y no hacer caso a las burlas porque había trabajado en vano, ese día desfogo toda su cólera con su muñeco a quien lo llamo Pinocho, lo tiro al suelo y lo dejo de lado por una esquina de su enorme carpintería.
Todos los días el anciano renegaba con el muñeco Pinocho, pues le decía que había perdido mucho dinero en su fabricación y que todo su trabajo había sido en vano, el anciano le gritaba ¡párate y devuélveme el dinero que gaste!, sin embargo el deseo era inútil, pues Pinocho solo era un muñeco. Un día de tantos gritos e insultos hacia el muñeco, el deseo del anciano de convertirlo en ser humano se hizo realidad, pues Pinocho se levanto del suelo y empezó a caminar como un niño normal, ese día el anciano casi muere de la impresión y gritaba ¡no puede ser, el muñeco es de carne y hueso, y ya no madera! Fue tan grande el asombro del anciano que utilizo al muñeco para su beneficio, pues cobraba dinero a sus vecinos para que vieran como el niño de madera se convirtió en un niño real. Todos los días le obligaba a Pinocho a realizar una nueva maniobra para que sus vecinos puedan pagar por ver un espectáculo tan real y fantástico, Pinocho nunca reclamo nada y siempre obedecía las órdenes del viejo renegón y avaro.
El anciano comenzó a convivir con Pinocho, pero este anciano era tan avaro que solo alimentaba al niño con agua y pan, no entendía aun que era un niño de carne y hueso y que necesitaba de una buena comida para su desarrollo y por ende para que no se enfermara. Sus vecinos lo criticaban mucho, pues explotaba a Pinocho, pero el anciano se hacia el de oídos sordos y nunca comprendió que ahora Pinocho también necesitaba afecto y mucho cariño.
Pinocho trabajaba y nunca descanso, hasta que un día no pudo y cayó enfermo, el anciano le gritaba ¡párate que tienes que trabajar! pero Pinocho no podía su cuerpo no respondía, pasaban días, semanas y Pinocho seguía enfermo; ahora el anciano entendía que realmente había cometido un error y que ahora Pinocho necesitaba de su ayuda y cuidados para recuperarse.
El anciano cuidaba día y noche de Pinocho, él aprendió a quererlo y respetarlo; gracias a los cuidados del anciano, Pinocho se recupero, y el anciano entendió que era un niño y necesita de cuidados y de mucho amor; todo cambio y ahora Pinocho y el anciano eran una familia, Pinocho fue al colegio y el anciano se volvió más bueno para con sus clientes.
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